En el último día de Diciembre, mi madre y yo pusimos la radio sin buscar una emisora en particular porque en ese momento todas tienen la canción característica de la época la que nunca pasa de moda, la más popular en toda Colombia: “faltan cinco para las doce” y con esta canción el conteo de los locutores se da a lugar, cinco…cuatro… tres…dos…uno. FELIZ AÑO!!! E inmediatamente la sirenas y la pólvora anuncian la partida de un año viejo y cansando y la llegada de otro nuevecito.
En ese momento con mi mamá nos fundimos en un fraternal abrazo nos bendijimos mutuamente y brindamos por la inmensa felicidad que Dios nos daba de tenernos juntas, fue muy hermoso.
Pero, antes de esto esa misma noche, mi mamá y yo vivimos una experiencia muy especial; como a eso de las nueve ya habíamos saboreado unas cuantas galletas de la cajita metálica y redonda de siempre que después llenamos de botones e hilos, y también ya estaban cocinándose las papas para la ensalada que acompañaría nuestro pavo, en eso como de la nada aparece en nuestra sala,… no lo van a creer… una… una…una cucaracha… ¡!!Qué horror!!!! Y para más fastidio era voladora y para colmo de males no teníamos ningún insecticida…qué situación más molesta. Entonces nos armamos de una escoba para enfrentarnos al bicho, pero esta volaba y se nos desaparecía para luego aparecer por otro lado, por fin mi mamá logró derribarla del techo con un escobazo y no la volvimos a ver, esperamos un buen rato que apareciera y nada; finalmente y como para darnos animo concluimos que el golpe la habría matado y estaría en algún rincón. Retomamos nuestra preparación de la cena aunque siempre vigilantes por si acaso, la verdad es que para dicha nuestra no volvió a aparecer.
Pero que fue lo interesante de este evento tan molesto que mi mamá que siempre se va acostando a dormir tipo diez de la noche a causa del sueño, con todo el ajetreo del bicho el sueño se esfumo lo cual permitió que recibiéramos el año juntas como lo relaté antes, fundidas en un abrazo.
Reflexión:
A veces una situación aparentemente inconveniente puede ser el incidente para provocarnos a hacer aquello que nos lleva a bendición.